¿Pueden las tecnologías de la información mejorar la productividad?
El
objetivo principal del presente informe es examinar las posibilidades que los países tienen, desde la perspectiva del
trabajo decente, de desarrollar su base de competencias profesionales con el fin de
aumentar tanto la cantidad de mano de obra empleada en la economía como su productividad.
Cuando los sistemas de educación y de desarrollo de competencias son
inadecuados, las economías se mantienen en un círculo vicioso de bajos niveles
de educación, de productividad y de ingresos. Por lo tanto, en el informe se
analiza la manera en que las estrategias destinadas a aumentar y mejorar la pertinencia
de la capacitación laboral, y a lograr que un mayor número de hombres y mujeres
tengan acceso a dicha capacitación, pueden al mismo tiempo ayudar a los países a
entrar en un círculo virtuoso de incremento de la productividad, el empleo y
los ingresos, y de desarrollo.
El
desarrollo de las competencias profesionales es de fundamental importancia para el
incremento de la productividad. A su vez, la productividad es un factor importante
para elevar los niveles de vida y potenciar el crecimiento. Además, hay otros factores
que ejercen una influencia decisiva en estos ámbitos, como, por ejemplo, las políticas macro económicas que permiten maximizar la oferta de empleo en beneficio de los
pobres, los entornos que favorecen un desarrollo empresarial sostenible, el
diálogo social y las inversiones fundamentales en los campos de la enseñanza
básica, la salud y la infraestructura física.
Contar
con sistemas eficaces de desarrollo de las competencias profesionales — que
vinculen la educación con la formación técnica, la formación técnica con la incorporación
al mercado laboral y la incorporación al mercado laboral con el lugar de trabajo
y el aprendizaje a lo largo de la vida — puede ayudar a los países a obtener un
crecimiento sostenible de la productividad y a convertir dicho crecimiento en
más y mejores empleos. En el presente informe se examinan los desafíos que se
plantean a países con distintos niveles de desarrollo y las diferentes opciones
de política que éstos tienen. De este examen se espera extraer enseñanzas
válidas, para los países menos adelantados y los países en desarrollo y también
para los países más industrializados, en lo que respecta a la adecuación de los
sistemas de desarrollo de competencias, no sólo a las necesidades actuales de
los mercados de trabajo, sino también a las necesidades que habrá en el futuro
en función de la evolución de las tecnologías, los mercados, el medio ambiente
y las estrategias de desarrollo.
Una
economía competitiva se caracteriza por altas tasas de crecimiento económico y
de creación de empleos bien remunerados. Para que en los próximos años se
incremente la competitividad del país, es necesario generar condiciones que
aseguren un clima de negocios favorable y que permitan a los consumidores
acceder a bienes y servicios bajo condiciones de mayor equidad. Entre los
principales factores que determinan la competitividad se encuentran la
productividad de la mano de obra, que depende en buena medida de la tecnología
empleada, la eficiencia de los mercados, del marco regulatorio, así como de la
disponibilidad de una infraestructura moderna.
Como punto de partida, debe señalarse que actualmente los costos para la
operación de un negocio en el país son muy elevados. Por ejemplo, el estudio El
Costo de Hacer Negocios en México 2007, elaborado por el Banco Mundial, señala
que se requiere en promedio 36 días y nueve trámites para abrir una empresa en
el país, principalmente notariales, de registro público y para la obtención de
los permisos de los gobiernos municipales. En promedio, los costos de apertura
representan cerca de 20% del PIB per cápita, lo cual contrasta, por ejemplo,
con niveles de entre el 10 y el 13% en Brasil. A esto se le deben sumar los costos
derivados de las deficiencias en la infraestructura logística y los costos
elevados de diversos insumos.
Elevados costos para realizar transacciones, incertidumbres en los contratos y
en los derechos de propiedad física e intelectual, problemas de seguridad
pública, e infraestructura insuficiente son algunos de los elementos que
perjudican a la competitividad en cualquier contexto, pero que se vuelven aún
más restrictivos en un entorno global en el que otros países persiguen agendas
activas de políticas públicas destinadas a aliviar todas estás trabas para la
actividad productiva. Por tanto, es necesario adoptar acciones enérgicas en la
materia para asegurar que se aproveche el potencial del país en todos los
ámbitos de la actividad económica.
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